La muerte de Miguel Ángel Russo generó una profunda conmoción en Boca Juniors y en todo el mundo del futbol argentino. Este jueves, se cumplió el deseo de su familia: una parte de las cenizas del histórico entrenador fue depositada en La Bombonera, el templo donde forjó su idolatría tras conquistar la Copa Libertadores 2007.

Un adiós íntimo y cargado de emoción
Tras un emotivo velatorio masivo en el Hall Central de Brandsen 805 y la posterior cremación en el Cementerio de Pilar, la ceremonia de inhumación se desarrolló en un marco de profundo respeto. Solo participaron sus seres más cercanos, incluida su pareja y su hijo Ignacio Russo.
La presencia de Ignacio tuvo un valor simbólico especial: había rendido un homenaje muy sentido a su padre al marcar un gol clave en el fútbol argentino apenas horas después de su fallecimiento. Su gesto conmovió a todo el país y selló una despedida en la que el amor por el fútbol y la familia fueron protagonistas.

El homenaje eterno en el templo Xeneize
La Bombonera se convirtió en el lugar de descanso final para parte de las cenizas de Russo. Para el club y los hinchas, fue una forma de unir su figura para siempre con la historia de Boca. Allí, el entrenador dejó una huella imborrable al dirigir al equipo campeón de América en 2007.

Un tributo inolvidable en la previa ante Belgrano
Boca prepara un homenaje especial en su primer partido tras el fallecimiento, ante Belgrano. Antes de que el plantel pise el césped, el micro oficial que traslada al equipo mostrará la imagen de Russo junto a su frase emblemática: “A Boca nunca se le puede decir que no”, acompañada del mensaje “hasta siempre, Miguel”.
Además, habrá un minuto de silencio oficial y se espera que los hinchas coreen su nombre. Las tribunas se vestirán con banderas y carteles en honor al último técnico campeón de la Copa Libertadores con el club de la Ribera.




