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Un socavón lleno de corrupción

2017-07-14 | El Sopitas
EL SOPITAS
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“Repito: las cosas buenas hay que contarlas, porque cuentan mucho”, fueron las palabras de Enrique Peña Nieto, el 5 abril pasado, cuando puso en funcionamiento el Paso Exprés.

Cien días más tarde, dos personas perdieron la vida cuando su automóvil cayó en un socavón de más de 5 metros de profundidad dentro de la magna obra que costó más de 2 mil millones de pesos.

Basta con hacer un recorrido en el tiempo, a través de las redes sociales, para darnos cuenta de las advertencias y señalamientos que había contra la obra, incluso antes de que iniciara su construcción.

En 2014, el Colegio de Ingenieros Civiles de Morelos señaló su extrañamiento porque la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) no les había compartido el proyecto  en su momento.

¿La respuesta del gobernador de Morelos, Graco Ramírez? Fue que el Paso Exprés “era una obra, responsable y sustentable”.

Si bien se preveía que los trabajos concluyeran en julio de 2016, la autopista fue entregada casi un año después. Una de las razones por el retraso fueron los constantes bloqueos y protestas por parte de los vecinos y personas afectadas, quienes por un lado reclamaban el riesgo que esta construcción acarrearía para sus viviendas.

El 23 de abril del 2015, La Comisión de los Derechos Humanos emitió una recomendación a los gobiernos estatal y federal para que se informara a la ciudadanía sobre las actividades que se estaban realizando dentro del Paso Exprés. En ese mismo emplazamiento, la Comisión de Derechos Humanos de Morelos exigió que se presentara el dictamen de impacto ambiental de la obra, así como las medidas que tuvieron que tomar.

Meses más tarde, el Diario de Morelos destacó la molestia de comuneros y ejidatarios de la zona de Ahuatepec, quienes protestaban por las promesas incumplidas de la SCT, entre ellas: arreglar los caminos afectados por el paso de maquinaria y el desabasto de agua potable.

De la misma forma, comenzaron a llegar las inundaciones a las zonas aledañas, como fue la colonia Antonio Barona (Cuernavaca) que, en repetidas ocasiones, se vio afectada por los conocidos “encharcamientos” provocados por las “lluvias atípicas”.

Las inundaciones también arrastraron escombros y material de construcción, mismos que terminaron por contaminar el lago del parque Chapultepec.

Después, llegaron los accidentes viales. Las muertes de Juan Mena López y Juan Mena Romero no son las primeras que ocurren en esta vía. Desde que se iniciaron las obras de la ampliación del libramiento de la autopista México-Cuernavaca, se registraron más de 130 accidentes viales, con un saldo de al menos 30 personas muertas. Ciudadanos de la localidad y organizaciones de la sociedad civil escribieron una carta dirigida a Enrique Peña Nieto, Graco Ramírez, Gerardo Ruiz Esparza (titular de la SCT) y Cuauhtémoc Blanco (edil de Cuernavaca) para que se corrigiera ese tramo, ya que representaba un peligro mortal para los automovilistas. En marzo de 2017, un trabajador de la construcción del Paso Tlahuica murió aplastado por una viga.

Las protestas vecinales continuaron evidenciando las imperfecciones que había dejado la obra: baches, encharcamientos y, por supuesto, un primer socavón que se reportó el domingo 9 de julio a través de Twitter: vecinos del Paso Exprés Tlahuica reportaron un gran socavón en las inmediaciones del Conalep de Chipitlán.

De la misma forma, la cuenta ‘Morelos Habla’ posteó un video en donde señala el riesgo que tiene el Paso Exprés de colapsar...

Al parecer, nadie hizo caso. Y tres días después, tenemos un gobierno que culpa a las lluvias y a la basura por una tragedia que claramente pudieron evitar.

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