Hace mucho que un futbolista no me emocionaba tanto, que me provocaba tantas sensaciones positivas exaltadas como Maxi en el América. Y mira que llegaron Ramos, Keylor, James y Correa, con mayor renombre y jerarquía que el francés. Pero me bastó saber que Allan viajó con las Águilas y saldría a la banca ante Atlas, para subirme al avión a Guadalajara para atestiguar su estreno. Fue apoteósico.
Desde el calentamiento, Maxi te provoca, al levantar el balón con la punta del pie, dar vuelta completa para golpearlo antes de que caiga en pase de 30 metros. Es fantasía pura, con un desparpajo al estilo de los tocados por los Dioses del estadio, al estilo del último gran ídolo del americanismo: Cuauhtémoc Blanco. Y no exagero.
El guion del debut de Saint-Maximin pudo ser escrito por un ganador del Oscar: América perdía 2-1 al 61’ cuando Jardine buscó la revolución: entró la Pantera por el Búfalo; Kevin por Dagoberto y el histórico ingreso de Allan por Brian.
El empate cayó al 73’ con remate de Fidalgo. Y faltaba lo mejor.
Maxi hizo gala de su dinamismo, avanzó por izquierda, hacia el centro, la jugada se abrió hasta Violante, quien le regresó el centro para que el francés se llenara de gloria: casi sobre el manchón impactó de derecha y colgó el 2-3 a la base del poste de Camilo. Delirio americanista.
¡Y el festejo! Al puro estilo del Cuau, Allan nos regaló una inesperada celebración de portada: tras una vuelta de carro se elevó sobre la cancha del Jalisco con una cabriola como aquellas de Hugo, lo que subió aún más el volumen de la tribuna. Yo metí lo dedos en el cabello y lo apreté, como queriendo arrancármelo de exaltación. Una que sólo el Temo había conseguido. Bienvenido, Maxi, cómo le hacías falta al América y a la Liga MX.
NO NECESITAN DEL GATO ORTIZ
Claro que no pueden faltar las quejas de los antis porque el Gato Ortiz fue el árbitro, por marcar dos penaltis a favor del América, anular un gol al Atlas y expulsarle a uno. Todas jugadas bien marcadas. Todas. Y faltó otro penalti para las Águilas que no sancionó. Este América que acusaron de crisis por no ser campeón en la Jornada 3 del Apertura, no necesita ni de este ni de ningún otro silbante. Ganó con justicia, pero el temor que infunde en sus enemigos al ponerse de nuevo favorito al título es demasiado, tanto que se prefiere recurrir a la vieja confiable y fácil: los ayudaron.




