Manual para fracasar elegantemente en los rituales de Año Nuevo!…

Imaginemos que cada año es similar a un animal mitológico; comprenderíamos que el año no termina en un día específico, sino que solo muda de piel.

Cada fin de año lo hemos convertido en una criatura simbólica a la que le colgamos intenciones, expectativas, culpas, promesas y una lista de deseos que parecen más una lista de supermercado espiritual que un acto de conciencia. El 31 de diciembre pasa de ser una fecha a ser el escenario del teatro colectivo donde todos actuamos el mismo guion del “borrón y cuenta nueva” para reiniciar el primero de enero con cero kilometraje. Pero todo lo que hemos dejado pendiente por resolver seguirá en el mismo lugar al contar el último segundo de las doce de la noche.

Mónica Castilla firma una reflexión sobre los rituales de Año Nuevo y la presión por empezar de cero./ Mónica Castilla
Mónica Castilla firma una reflexión sobre los rituales de Año Nuevo y la presión por empezar de cero./ Mónica Castilla 

Desde la filosofía sabemos que el ser humano no soporta el vacío: es un ser social con temor al aislamiento y al rechazo. Desde la semiótica sabemos que, cuando no entendemos algo, lo simbolizamos para tratar de encontrarle valor y sentido.
Desde el misticismo sabemos que, cuando sentimos miedo o incertidumbre, ritualizamos y buscamos cobijo y fuerza en amuletos, energías y seres sagrados.

Así nacen los objetos de poder como los altares, la uva, la vela, el color, el número, la luna, el mantra, la música correcta, el silencio correcto, la intención correcta… como si el universo fuera un funcionario cósmico al que hay que entregar nuestras solicitudes en un orden y forma específicos o las rechaza.

El problema no es el ritual; el problema es creer que el ritual trabaja por nosotros como si fuera una fórmula alquímica a nuestra caprichosa disposición.

La alquimia doméstica, cuando el deseo se vuelve superstición

La alquimia nunca fue un recurso de magia ingenua y fantasiosa. Históricamente ha sido una metáfora brutalmente honesta cuya enseñanza es clara: “No puedes transformar nada afuera si no te transformas tú desde el interior”. Pero algo pasó por el camino y la alquimia terminó convertida en decoración y en sinónimo de atajo en la experiencia de transformación.

La autora propone los “antirituales” como una forma de conciencia cotidiana./ Pixabay
La autora propone los “antirituales” como una forma de conciencia cotidiana./ Pixabay 

 

Todos anhelamos una vida de ensueño, sin sufrimiento, carencias ni esfuerzo innecesario; sin embargo, hay lecciones que necesitamos experimentar y no se exentan solo con palo santo, decretos, pulseras rojas ni talismanes. Hay encuentros, personas y situaciones imposibles de evadir, pues son el medio para evaluar nuestro crecimiento espiritual al observar cómo reaccionamos ante ellas.

Hoy creemos, con una fe casi conmovedora, que si alineamos la luna, los astros, los números, los objetos, la playlist, el aroma, la hora exacta, la postura y nuestra energía a la del “universo”, entonces la vida nos hará “click” o “match”, como en una app bien diseñada, y todo confabulará a tu favor. Pero cuando no funciona, aparece el estrés espiritual y piensas:

“Seguro lo hice mal”, “Me faltó algo”, “Quizá es mi karma”, “Ya perdí la oportunidad de este año”, “No he trabajado mi merecimiento”, “No tengo el poder”.

Como si el destino fuera un tren que solo pasa a las 00:00 y tú llegaste al andén con el ritual equivocado a las 00:01 y ya partió.

Entonces, te propongo este año algo distinto: ¿qué opinas de llevarle la contraria a las tradiciones?

Antirituales para iniciar el 2026
(o la noche en que no pasó nada… y pasó todo)

Te confieso algo personal. Hubo un año en el que no tuve nada ni hice nada; mi ánimo no estaba para festejar.

No usé ni calzones rojos.
No comí 12 uvas.
No hice mi wishboard.
No puse velas.

Tenía sueño, dudas y una incomodidad extraña con mi vida y entorno.

Y fue ahí cuando entendí algo revelador y, a la vez, fascinante: nada externo estaba sosteniendo mi vida… y, sin embargo, seguía funcionando.

Ese fue mi primer antiritual: no hacer algo especial, solo observar cómo no pasa nada catastrófico ni súper exótico que cambie de un momento a otro la realidad.

Un texto que invita a replantear la idea del cambio personal más allá de decretos y tradiciones./ Pixabay
Un texto que invita a replantear la idea del cambio personal más allá de decretos y tradiciones./ Pixabay 

Porque el antiritual no destruye lo sagrado, lo revela, y el poder de autoobservación, serenidad y prudencia son verdaderas manifestaciones de conexión con lo sagrado.

Psicología inversa: declara que todo saldrá mal

Aquí va el acto herético: imagina que todo sale mal.
Que no manifiestas nada.
Que el amor no llega mágicamente.
Que el dinero no te dice qué más tienes que hacer para que te caiga del cielo.
Que el cuerpo no se sana por decreto ni luces de colores.

Y ahora respira. ¿Ves? Sigues aquí.

Entonces aquí ocurre el giro que puedes darle a tu mente: si nada externo garantiza el futuro, la única alquimia real es cómo respondes a lo que ocurre.

Es en este momento que el ritual se vuelve interno, el altar desaparece y apareces solo tú.

TÚ, COMO SÍMBOLO Y RITUAL

En los sistemas antiguos, el símbolo más poderoso no era el objeto, sino el sabio, la sacerdotisa, el mago, la hechicera o el oficiante. Hoy hacemos lo contrario: adoramos el objeto y olvidamos al sujeto.

Te propongo ahora otra idea. Visualiza:
Tu cuerpo como templo imperfecto.
Tu mente como arquitecto.
Tu palabra como contrato.
Tu acción como fuerza transformadora.

Sin fechas sagradas ni permisos astrales, porque la realidad no se manifiesta: se practica.

Del decreto a la acción

Amor
Ritual clásico: “Atraigo a la persona correcta”.
Antiritual encarnado: habitar la honestidad y la autenticidad, cambiar en mí lo que no me agrada de otros.

Dinero
Ritual clásico: “El dinero fluye”.
Antiritual encarnado: aprender a administrarlo y generarlo, usar talentos y desarrollar nuevos.

Salud
Ritual clásico: “Mi cuerpo sana”.
Antiritual encarnado: dormir, moverse, pedir ayuda. Atiendo mi salud primero, medito después.

Espiritualidad
Ritual clásico: mantras, posturas, orar.
Antiritual encarnado: alinear lo que piensas, dices y haces.

Protección
Ritual clásico: objetos, imágenes, seres.
Antiritual encarnado: límites, hablar claro, alejarte de personas sin coherencia y observar quién y qué te quita la calma.

Abundancia
Ritual clásico: visualizar.
Antiritual encarnado: compartir valor real, colaborar con otros, elegir la justicia, inclinarte hacia el bien para ti y los demás.

Aquí la magia no brilla. Funciona.

Rituales, símbolos y decisiones personales, vistos desde una mirada crítica y honesta./ Pixabay
Rituales, símbolos y decisiones personales, vistos desde una mirada crítica y honesta./ Pixabay 

Frases de poder
(sin luna, sin numerología, sin teatro)

Amor: “No busco amor, lo practico”.
Dinero: “Me hago responsable de lo que deseo recibir y lo uso con propósito”.
Salud: “Escucho lo que mi cuerpo lleva tiempo diciendo, lo atiendo y dejo de criticarlo y castigarlo”.
Propósito: “Mis actos revelan quién soy”.
Servicio: “Mi vida tiene sentido cuando beneficia a otros”. “Ofrezco mi paz”.

Cierre

El año no empieza, continúa. Y si has llegado hasta esta fecha es porque tú eres el propósito de la creación en espera de manifestarse.