Bañarse con agua caliente es un hábito cotidiano que muchas personas disfrutan por la sensación de relajación y limpieza que genera. Sin embargo, especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advierten que este tipo de baños, cuando se realizan de forma prolongada o a temperaturas elevadas, pueden tener consecuencias negativas para la salud.
De acuerdo con la UNAM, el agua caliente favorece la vasodilatación, lo que puede ayudar a relajar músculos y articulaciones, además de facilitar la eliminación de toxinas a través de la sudoración. Asimismo, contribuye a una limpieza más profunda de la piel y puede resultar benéfica en el alivio del estrés.

No obstante, la institución subraya que existen riesgos importantes: la exposición excesiva al agua caliente puede provocar quemaduras térmicas, especialmente en niños y adultos mayores; además, la dilatación de los vasos sanguíneos puede ocasionar hipotensión, con síntomas como mareos, fatiga e incluso caídas en la regadera. También advierten que el exceso de calor genera deshidratación cutánea y elimina los aceites naturales de la piel.
Para reducir estos efectos, los expertos recomiendan que la temperatura del agua se mantenga entre 37.5 °C y 40 °C, con un máximo de 48 °C, y que el tiempo de ducha no supere los 10 minutos. Además, aconsejan utilizar jabones suaves, libres de fragancias fuertes, para evitar resequedad y daños a la barrera cutánea.
En conclusión, bañarse con agua caliente puede aportar beneficios cuando se hace de forma moderada, pero exceder los límites recomendados representa un riesgo para la piel, la circulación y el bienestar general.





