Italia inicia un capítulo decisivo en su ruta al Mundial 2026. Tras haber quedado fuera de las dos últimas ediciones, la Azzurra confía en que su nueva dirección —liderada por Gennaro Gattuso— marque un punto de inflexión. El equipo se enfrenta a Estonia en Bergamo en lo que supone el primer gran paso para enderezar el rumbo en la clasificación y comenzar a construir esperanza entre aficionados y jugadores.
La designación de Gattuso como seleccionador nacional ha sido leída como un golpe de timón necesario. Tras el despido de Luciano Spalletti y el doloroso 3‑0 ante Noruega, el exmediocampista campeón del mundo en 2006 llega con la misión de restaurar la moral de un equipo herido. "Crear una familia" es más que una metáfora para él: apunta a reconstruir vínculo, compromiso y espíritu colectivo.
Gattuso se muestra convencido de que Italia puede alcanzar el Mundial, pese a la desventaja en el Grupo I frente a Noruega e Israel. Solo el primer puesto otorga el pase directo; el segundo obliga a eliminarse en una fase de repesca en la que la Azzurra ya falló en dos ciclos consecutivos. La urgencia es palpable, y el mensaje del técnico es claro: el tiempo de reconstrucción ha terminado, el de actuar ha llegado.
El rival, Estonia, representa más que un trámite: será el escenario del debut real de Gattuso como entrenador de Italia y la primera oportunidad de revertir dinámicas negativas. Se espera que Gattuso haya ajustado el sistema defensivo, optando por una línea de cuatro jugadores tras el experimento fallido de tres con Spalletti. Además, en su convocatoria destacan varias caras nuevas: Giovanni Leoni (Liverpool), Giovanni Fabbian (Bolonia) y Francesco Pio Esposito (Inter), quienes podrían inyectar aire fresco y ambición al equipo.




