La eliminación de River Plate en los cuartos de final del Mundial de Clubes Sub 18 en Montilla (España) terminó en escándalo. El equipo argentino cayó 2-0 ante Real Madrid, pero el partido estuvo marcado por expulsiones, gestos hacia el público y un enfrentamiento con el árbitro al finalizar el encuentro.

Lo que comenzó como un duelo intenso se transformó en una batalla cargada de tensión. River, que había mostrado solidez en la primera mitad, perdió a Gonzalo Pereyra a los 34 minutos, tras un cruce verbal con aficionados locales. El mediocampista, que portaba la camiseta número 10, se marchó a los vestuarios besando el escudo de su camiseta en señal de provocación.
En el segundo tiempo la situación empeoró: Cirilo Pereyra y Emiliano Quevedo vieron la tarjeta roja en apenas 12 minutos de diferencia, dejando al equipo con ocho jugadores. Con esa ventaja numérica, el Real Madrid se adueñó del partido y lo resolvió con tantos de Mateo Garrido y Bryan Bugarín.

El desenlace fue caótico. Tras el pitazo final, varios futbolistas de River Plate se abalanzaron sobre el árbitro, reclamando por su actuación. La situación derivó en un tumulto que obligó a la intervención de cuerpos técnicos y personal de seguridad para separar a los jugadores.
El escándalo opacó el buen paso del “Millonario” en la fase de grupos, donde había dejado en el camino a rivales como Como, Benfica y Barcelona. Pese a sus actuaciones destacadas, el equipo dirigido por Guillermo Rivarola se despide con una imagen empañada por la indisciplina y la bronca en el cierre del torneo.





