Lo que comenzó como una protesta digital terminó en una revuelta sangrienta. Nepal vivió una de sus jornadas más violentas tras el cierre de redes sociales ordenado por el gobierno, y la situación ya cobró la vida de Rajyalaxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro Jhalanath Khanal, quien murió quemada viva cuando manifestantes incendiaron su casa en Katmandú.
“Chitrakar fue trasladada en estado crítico al Hospital de Quemados de Kirtipur, pero falleció a causa de sus heridas durante el tratamiento”, confirmaron fuentes hospitalarias a la agencia EFE.
La violencia escaló a niveles inéditos: al menos 25 muertos desde que comenzó la protesta del movimiento autodenominado 'Generación Z', molesto por el apagón digital impuesto por el gobierno.

El caos se desborda
Según el Hospital Civil, tres manifestantes murieron por heridas tras los choques. La policía reportó dos muertes más en Kalimati, donde hubo tiroteos entre fuerzas del orden y civiles.
La residencia del ex primer ministro K. P. Sharma Oli fue incendiada, y otros exlíderes como Sher Bahadur Deuba fueron agredidos directamente en sus casas. Su esposa, Arzu Rana Deuba, actual ministra de Exteriores, también fue atacada en un episodio que quedó grabado en video y se viralizó.

No se salvó ni el Parlamento
Los manifestantes prendieron fuego a edificios oficiales, incluyendo el Parlamento, la Oficina de la Presidencia, el Tribunal Supremo y hasta el grupo de medios Kantipur, el más influyente del país. La furia se convirtió en una cacería contra todo símbolo del poder político.
Frente al descontrol, el Ejército de Nepal pidió mesura con un comunicado oficial: “Evitar más pérdidas humanas y materiales […] buscar una solución pacífica mediante el diálogo político”.
Incluso el alcalde de Katmandú, Balendra Shah, pidió frenar la violencia: “Moderación para evitar un mayor derramamiento de sangre”.

La chispa que encendió todo
La revuelta estalló luego de que el gobierno decidiera cerrar el acceso a redes sociales como parte de un intento por frenar las críticas online. En lugar de calmar los ánimos, la censura digital prendió fuego al país.
Ni siquiera la renuncia del primer ministro K. P. Sharma Oli y varios de sus ministros ha calmado a los manifestantes. La Generación Z nepalí exige más: justicia, internet libre y un cambio real.




