Aaron Rodgers necesitó solo un partido para dejar claro que todavía puede ser decisivo en la NFL. En su debut con los Pittsburgh Steelers, el veterano mariscal de 41 años lanzó cuatro pases de anotación y condujo a su equipo a una espectacular victoria 34-32 sobre los New York Jets en un MetLife Stadium que lo recibió entre abucheos y tensión.

El guion fue perfecto para el espectáculo: Rodgers, liberado en la pretemporada por los Jets tras dos años marcados por lesiones y frustraciones, regresaba para enfrentar a su exequipo en la Semana 1. El ambiente era eléctrico y la afición local no dudó en recordarle su pasado con una sonora silbatina desde que puso un pie en el campo.
El arranque no pudo ser más complicado. En su primer snap vestido de negro y dorado, Rodgers fue capturado por su excompañero Quinnen Williams. Pero la experiencia pronto habló y el mariscal se sacudió los nervios con una serie quirúrgica que culminó con un envío de touchdown de 22 yardas a Ben Skowronek. Esa jugada marcó el tono de una tarde en la que Rodgers encontró blanco con facilidad y terminó con 244 yardas en 22 de 30 pases completos.

El duelo fue un ida y vuelta constante. Justin Fields, también con cuentas pendientes frente a su exequipo, respondió a la exhibición de Rodgers con un partido histórico: 218 yardas por aire, un pase de anotación y dos touchdowns por tierra. De hecho, fue suyo el último golpe de los Jets, un engaño a la defensa que lo llevó a la zona de anotación con siete minutos por jugar para adelantar 32-31 a Nueva York. Sin embargo, la conversión fallida dejó la puerta abierta para Pittsburgh.
La definición se escribió con dramatismo. Rodgers condujo a los Steelers hasta la yarda 42 rival, y en una decisión arriesgada Mike Tomlin mandó a Chris Boswell a intentar un gol de campo de 60 yardas en cuarta y once. El veterano pateador no falló: balón perfecto, ventaja 34-32 y apenas 63 segundos en el reloj.

Los Jets aún tuvieron una última oportunidad. Fields buscó a Garrett Wilson en cuarta y tres, pero un golpe oportuno de Jalen Ramsey le arrancó el balón de las manos al receptor. La ofensiva murió ahí y Rodgers solo necesitó hincarse para sellar un triunfo que tuvo tintes de revancha personal.
Pittsburgh no solo ganó su primer partido de la campaña, también descubrió que su apuesta por Rodgers todavía tiene gasolina. Y aunque los abucheos marcaron su regreso a Nueva York, el quarterback salió del MetLife Stadium con una sonrisa: había silenciado a sus críticos con una actuación de leyenda.





