Era cuestión de tiempo para que la paciencia de la hinchada embajadora se agotara. Este miércoles por la noche, en el juego pendiente de la fecha 1 de la Liga BetPlay 2025-II, Millonarios volvió a caer y esta vez la protesta se hizo sentir con fuerza en las tribunas. El equipo capitalino comenzó ganando gracias a un tanto tempranero de Beckham David Castro, pero se desmoronó ante la reacción de Unión Magdalena, que dio vuelta al marcador con un doblete de Jannenson Sarmiento.
El VAR terminó confirmando el 1-2 visitante, y ese fue el punto de quiebre: los aficionados, ubicados en el sector norte del estadio El Campín, comenzaron a arrojar zapatos al terreno de juego como símbolo de hartazgo. La imagen rápidamente se viralizó en redes sociales, convirtiéndose en el reflejo de la crisis deportiva y dirigencial que atraviesa Millonarios.

La situación obligó al árbitro Jhon Ospina a detener el partido por unos minutos, mientras personal de seguridad controlaba a los hinchas y retiraba los objetos del campo. El ambiente fue tenso, con varios aficionados intentando invadir la cancha, lo que encendió aún más las alarmas en la institución bogotana.
David González en la cuerda floja
El técnico David González vive sus horas más complicadas desde que asumió el cargo. Su equipo no logra mostrar ni resultados ni una idea clara de juego. Con cinco derrotas consecutivas y sin victorias en el campeonato, Millonarios ocupa el último lugar de la tabla, un golpe duro para un club acostumbrado a pelear arriba.
González, que llegó con la misión de renovar el proyecto deportivo, enfrenta un desafío mayúsculo: recuperar la confianza de un plantel golpeado y de una hinchada que ya no encuentra paciencia. En redes sociales, varios aficionados piden la salida del estratega, mientras que otros apuntan directamente a la dirigencia por la falta de refuerzos y la salida de figuras clave que nunca fueron reemplazadas.

Una protesta inédita en El Campín
La manera de protestar sorprendió a todos: zapatos volando hacia la cancha en señal de inconformidad. Según versiones recogidas en medios locales y videos difundidos en redes sociales, varios hinchas llevaron pares extra de calzado para arrojarlos en caso de que el equipo volviera a decepcionar. El gesto fue interpretado como un “basta” al actual proceso y como símbolo de que la paciencia se agotó.
El Campín, que tantas veces fue escenario de fiestas azules, se transformó en un espacio de reclamo y tensión. Con un lleno menor al habitual, el clima de descontento se impuso y dejó una postal que seguramente seguirá dando de qué hablar en el fútbol colombiano.





