Cada tanto aparece una atleta que redefine lo posible. Este año, ese nombre es Yareli Acevedo. Su oro en el Campeonato Mundial de Ciclismo de Pista 2025 no solo llenó de orgullo a México: nos recordó que cuando el talento, la disciplina y el corazón se alinean, una mujer puede romper cualquier límite.
Yareli no solo ganó la prueba de carrera por puntos; marcó un antes y un después para el ciclismo del continente. Se convirtió en la primera ciclista latinoamericana en conquistar una medalla de oro en esta disciplina, un logro que la coloca en una categoría histórica. Además, le devolvió a México un lugar en el podio mundial después de 24 años, desde que Nancy Contreras ganó el oro en 2001.
La forma en que lo celebró lo dijo todo: brazos arriba, bandera en alto, una sonrisa tan amplia como el momento. Esa imagen —la de una mexicana cruzando la pista con el alma prendida en los ojos— quedará como una de las postales deportivas del año.
Pero detrás de ese triunfo hay un largo camino. Yareli ha construido su carrera a pulso. Ha sido olímpica, ha ganado medallas panamericanas, ha enfrentado días buenos y días duros. Nada le ha sido regalado. Su oro es fruto de horas infinitas de entrenamiento, de sacrificios personales, de disciplina inquebrantable y de un sueño que nunca soltó.
Este resultado también es un mensaje para el país: cuando se invierte en el deporte femenil, cuando se confía en las atletas, el potencial explota. Yareli es la prueba viva. Su triunfo le da visibilidad a un deporte que rara vez ocupa titulares, y demuestra que México puede competir y ganar en la élite mundial.
Más que una campeona del mundo, Yareli Acevedo es ahora un símbolo: de resiliencia, de ambición, de lo lejos que puede llegar una mujer cuando tiene el espacio, el apoyo y la convicción.
Que este oro abra puertas para nuevas generaciones. Que más niñas encuentren en el ciclismo una posibilidad, un sueño, un camino. Que las instituciones vean en este triunfo la urgencia de apoyar de manera sostenida al deporte femenil. Que los medios no la suelten. Que el país no la pierda de vista.
Porque lo que Yareli hizo en Chile no es solo un triunfo personal. Es una invitación colectiva a creer que el deporte femenil mexicano está listo para la grandeza. Que ya no es futuro: es presente.
¡Abramos cancha!




