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Opinión

Ignacio Suárez

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El VAR y el 'teléfono descompuesto'

2019-01-30 | Ignacio Suárez
IGNACIO SUáREZ
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Me imagino que los lectores, miembros de las Fuerzas Básicas de la tercera edad como un servidor, siendo niños jugamos al 'teléfono descompuesto'; para los millennials, que ya sólo juegan con apps en sus celulares, tendré que explicar que aquel mítico juego es muy simple: Los participantes nos divertíamos al escuchar cómo un mensaje se iba distorsionando a medida que era transmitido en susurro, de oído en oído, a lo largo de una cadena de oyentes. 

Me imagino que en este juego se han de haber basado quienes implementaron la aplicación del VAR en este futbol nuestro de cada día. Llego a esta conclusión luego de ver los 'horrores' que cometen cada semana los 'especialistas' en aplicación de los protocolos, lo reafirmo cuando escucho, leo las explicaciones erradas de comentaristas y nosotros los periodistas, cuando veo las dudas de los exprofesionales del arbitraje, además de los reclamos de los técnicos, directivos y jugadores al respecto.

Hay un error de comunicación gigantesco. El mensaje inicial, NO coincide con el final y eso es grave, pues está afectando el gran valor de esta extraordinaria herramienta de justicia, que es la credibilidad y este cáncer debe erradicarse y atacarse de inmediato.

Hace dos semanas, el tema del NO gol de Chivas ante Toluca provocó una terrible polémica. Unos defendiendo lo indefendible, otros tratando de canonizar dando opiniones como si fueran verdades absolutas, otros con una falta de autocrítica inmensa. El más congruente fue Francisco Suinaga, presidente del equipo afectado, que ya con la cabeza fría y dando vuelta a la página, en conferencia de prensa exigió de manera categórica una sola cosa: “Que se aclararan perfectamente los protocolos de decisión para la utilización del VAR”.

Todavía estaba 'tibio el muerto', dirían en mi pueblo, cuando a la semana siguiente, en el Monterrey contra América, uno de los mejores árbitros de la Liga, Fernando Guerrero, y el VAR armaron un circo de tres pistas, en uno de los peores escándalos arbitrales que yo recuerde, y miren que el del tico Berny Ulloa, también en un partido entre estos mismos equipos, fue un monumento a la infamia en aquella Semifinal de la 1992-93. 

Dejemos los errores a un lado y entremos de lleno a evidencias que retratan la inmensa problemática en la aplicación del VAR y que se presentaron al TERMINAR el juego y en las redes sociales, cuando el exmundialista y analista arbitral Felipe Ramos Rizo se le fue a la yugular al cuarto oficial, escribiendo en su Twitter: “Los técnicos que hagan lo que hizo Miguel Herrera deben ser expulsados, ¿dónde está el cuarto árbitro?, sólo van de excursión y a cobrar”, y exhibiendo el video del mismo.

Horas después, en esa misma red social, el técnico del América, Miguel Herrera, con reglamento en mano, le contestó a Ramos Rizo: “Por favor, no digas estupideces, sólo veo el monitor, no voy y pido que la revisen ni nada, si no sabes la regla, no mal informes a la gente, gracias @ramosrizo”.

Y efectivamente, la razón reglamentaria, por lo menos en lo que respecta al texto de los protocolos del VAR, favorecían a Miguel Herrera. Otro exsilbante internacional de gran conocimiento reglamentario, Edgardo Codesal, lo puso claro en su cuenta de Twitter: “Miguel Herrera tiene razón y no el comentarista arbitral, él sólo fue hasta el área de revisión (pantalla en el campo= Amonestación. Sala de video (camión)= Expulsión. Es muy claro”. 

Hasta aquí todo claro, 'papelito habla', dicen por ahí, y esto vale en el futbol y en la jurisprudencia. Eso le permitió que muchos le levantaran la mano al Piojo, por decisión unánime, en su apreciación. Sin embargo, días después apareció un video de octubre de 2018, cuando el VAR ya tenía definidos textualmente sus protocolos y, en el cual, se escucha al titular de la Comisión de Arbitraje, Arturo Brizio, dictaminar de manera contundente y con mímica respecto a esas sanciones:  “El jugador o sustituto que quiera ir a ver la televisión o asomarse a ver la toma, va a ser amonestado. El cuerpo técnico o director técnico que se ACERQUE A VER LA TELEVISIÓN VA  A SER EXPULSADO. ESO YA ESTÁ PLATICADO CON LOS EQUIPOS. Es un tema que se equipará a una protesta, a una protesta grave, por lo cual NO se permitirá de ninguna manera.  

Fue aquí donde ya NO entendí NADA ¿Usted sí? En un alegato judicial, los dichos de Arturo Brizio NO tendrían sustento jurídico SI NO están plasmados en la letra de la 'ley' (protocolo del VAR). Son dichos y NO hechos. NO tiene defensa a favor, a menos de que existiera un protocolo por escrito totalmente diferente y EXCLUSIVO para el futbol mexicano.

Es evidente y grotesco el juego del 'teléfono descompuesto' del VAR en el futbol mexicano:
 
1. Un presidente de la comisión que dice que si un DT ve el monitor debe ser expulsado y que está hablado y platicado con los equipos. 

2. Un técnico (Herrera) y un exsilbante, miembro de FIFA, que con protocolo de VAR en mano argumentan que NO debía expulsar, sólo amonestar porque NO fue al camión, sino al monitor.

3. Un presidente de equipo afectado, Francisco Suinaga, que exige que se den a conocer de manera clara y correcta los protocolos del VAR.

¿Quién miente y por qué?, aunque grave, ya sea por omisión o ignorancia, es lo menos importante de este circo. Lo verdaderamente trascendente es arreglarlo, darle una solución. “Es necesario ayudar al VAR a ayudar”, valga la redundancia, me dijo ayer el exárbitro argentino Federico Beligoy, quien se encargará de aplicar y supervisar la aplicación del VAR en la Liga argentina, próximamente.

Estamos al pendiente de lo que sucede en otros países ya certificados, e incluso los que aún NO, como México. De todos se aprende y acá pretendemos que al menos el cuerpo técnico y el director deportivo de cada equipo del Máximo Circuito tomen de manera obligatoria un curso o diplomado de lo que es el protocolo del VAR y cómo se aplicará, para que NO haya dudas, ni malentendidos. “Lo tenemos que tener claro todos, empezando por nosotros, si no cómo podemos enseñarles”, terminó diciéndome.

También hablamos a Brasil con Wilson Semene, uno de los especialistas en el tema de videoarbitraje, quien fue responsable de su aplicación en algunos torneos sudamericanos. “Errores van a existir, por supuesto. El factor humano NO es, ni será, infalible jamás. El gran problema que les está pasando en México y en otras partes al aplicar el VAR, es que los responsables están buscando hormiguitas y no elefantes. Y el VAR, nos guste o no, es para detectar 'elefantes grandes', es decir, EVITAR grandísimos errores (sic) cometidos por el central y no 'hormiguitas' o detallitos que, aunque sean errores, al no ser tan trascendentes se deben de olvidar.

Los árbitros varistas (sic) tienen un hambre de protagonismo inaudito, quieren hacerse notar y demostrar que están trabajando y eso es muy grave. Se debe aplaudir, así detecten un solo elefante una vez al mes y se debe censurar a aquellos que detectan 10 hormiguitas en cada juego. Esa es la clave.

“No hay un protocolo que detalle un máximo de cámaras a utilizar por el VAR, pero sí un mínimo, no pueden ser menos de ocho, por lo menos acá, con alguna excepción en Italia.  Haces y decides con las cámaras que tienes, te adaptas. Si NO tienes una buena toma o un ángulo preciso o exacto es que hay duda, como sucedió en el video de Chivas que me mandaste, simplemente NO decides nada. NO llamas al central, le metes más dudas. Es simple. Con 33 cámaras en Rusia, también hubo puntos ciegos, hubo fallas. Te repito, se trata de detectar 'E-LE-FAN-TES', y ésos los debes notar con ocho o con 33 cámaras”, agregó.

“¿Quién decide la ubicación de las tomas de televisión en Ligas con el VAR aprobado?, le pregunté. En todas ellas la cadena que tiene los derechos; en el Mundial, el comité organizador, no la FIFA. Sí así, tomando las tomas gratis de ellos, es costoso el VAR, pensar en que cada Liga decida e instale sus propias cámaras en la posición que a ellos les sirve, sería absolutamente incosteable; imagínate, NO se hace ni en la Champions, donde sobra el dinero”, aseveró.

Y es que en este 'teléfono descompuesto', en este desorden de informativo se construyen leyendas o mitos urbanos que desde la ignorancia se convierten en una especie de fake news, que repetimos una y otra vez, sin tener una información precisa.

Por ejemplo, se dice que las 'tramposas televisoras' le mandan al camioncito del VAR un máximo de 16 tomas y no 35 o no sé cuántas más. Aquí la ignorancia es extrema. Sólo en el Mundial pasado y por capacidad económica, el VAR se utilizó con 33 tomas. Así sucedió en el Mundial de Rusia, donde se absorbio los gigantescos costos de operación de rentar dos unidades de control remoto para el VAR.

En España, como en la Liga MX, el VAR se aplica en la mayoría de los estadios con ocho a 10 cámaras solamente. Allá como aquí hay equipos jodidos, que NO pueden amortizar costos mayores así le llamen Superliga. Otros juegos se hacen con 14 cámaras y sólo los clásicos superan ese número de cámaras, ningún otro. Es decir, es una excepción, no una regla. La Bundesliga lo hace con un mínimo de 10. Incluso, en la Serie A, donde hay transmisiones con 7 cámaras, como los juegos del Frosinone, ya que su estadio es para sólo 16 mil personas y no puede albergar más cámaras de televisión.

Así que sería mejor documentarse más a empezar a inventar historias. Y para dejar de inventar, sería la hora de replantear, si dieron o no cursos de protocolo del VAR a los equipos, ya que de plano la mayoría NO entendió. Si el maestro encargado de dar la clase dice que SÍ, aunque el libro diga que NO,  es evidencia tangible de que hay problemas de interpretación y de comunicación. ¿Por qué NO volver a empezar?

No busquemos ya culpables, construyamos, arreglemos lo descompuesto en lugar de justificarlo. Dejemos estas 'VARbaridades' atrás. Credibilidad es el nombre del juego. En esta selva y tundra futbolística que estamos viviendo, como nos dijeron en Brasil, dejemos que aparezcan mucho más
elefantes y mucho menos bueyes. 

“Los ojos se fían de ellos mismos, las orejas se fían de los demás”, proverbio alemán. 

 

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