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Opinión

Ignacio Suárez

El Fantasma ha recorrido el mundo del deporte a través de 6 Mundiales, 10 Copas América y 5 JO. Aportará a RÉCORD su conocimiento y exclusivas.

Jorge, el asesinato de una barra 'amiga' (1ra. parte)

2020-04-15 | IGNACIO SUÁREZ
IGNACIO SUÁREZ
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La pandemia NO solo ha servido como escenario ideal para que Doña Fede vuelva a hacer de las suyas apuñalando por la espalda la competencia deportiva, aniquilando los sueños de ascenso de miles y miles de aficionados de plazas con el ÚNICO fin de proteger a sus amigos que tenían 'problemas' de descenso. A final de cuentas estaban en estado de indefensión, y utilizando como arma una videoconferencia los acuchillaron con notario de testigo.

A final de cuentas, Doña Fede es 'El club de Toby' donde utilizando diferentes coartadas lo único importante es y será siempre el dinero, NO la competencia, NO el espíritu deportivo, NO la ética, solo blindar los intereses e inversiones de los miembros de este club, que en los hechos parece más un clan.

Pero NO es el único tema que la pandemia le ha permitido a autoridades, a Doña Fede y clubes esconder bajo la alfombra, sino también las implicaciones directas o indirectas de cómo su negocio, el futbol, está involucrado en el homicidio de un aficionado golpeado de manera bestial, en los alrededores del Estadio Jalisco al salir del juego donde el Atlas cayó ante el Pachuca el 21 de febrero pasado.  

En estas entregas documentaré la historia de vida de Jorge Alcántara, que se quedó a semanas de cumplir 28 años y cuya pasión por su Atlas le costó la vida, por salvarla fue que peleó durante cinco semanas antes de morir el pasado 1° de abril. ¿Quiénes mataron a Jorge? Delincuentes que compartieron con él la misma pasión por el equipo, e infinidad de veces, el mismo camión, la misma tribuna y decenas de viajes para 'apoyar' al mismo equipo.

La muerte fue reportada por diversos medios, y como suele suceder, NO acaparó mayor atención, estuvo por ahí, como nota perdida. Total, en este país tan lleno de violencia, de muertes, una más o una menos a nadie asusta, es un número más a la funesta estadística. Por si fuera poco, era barrista, y ellos no gozan de una buena reputación. Jorge, a diferencia de lo que reportaron algunos medios, fue literalmente linchado por una decena de barristas. 

¿Le importa a 'la familia futbolística' esta muerte? En lo absoluto. Si bien le va, quizá al equipo, o que Doña Fede hagan un pronunciamiento 'político' después de estas entregas, pero ellos, la directiva del Atlas, como Poncio Pilato, se lavarán las manos y mantendrán la 'sana distancia' con el homicidio, total tienen la coartada perfecta: ¡NO lo mataron en el Estadio Jalisco! Por tanto, los asesinos podrán seguir hinchando por su Atlas desde la clandestinidad de sus tribunas.

Para entender los diferentes contextos del asesinato de Jorge, durante el texto saltaremos de su muy difícil historia de vida a los testimonios familiares, o bien, de autoridades que, de testigos oculares, y de ahí a los 'modus operandi', filosofía -si así se le puede llamar- de las barras.

Sin olvidarnos de las coartadas que utilizan los diversos clubes para 'lavarse las manos' de hechos de sangre y de los tramposos métodos de las autoridades para poder mentir y declarar 'saldo blanco' después de algún juego de alta convocatoria, y esos se llaman oficialmente perímetros.

Debemos dejar bien claro que estos 'modus operandi' de club y autoridades NO son exclusivos del Atlas ni de las autoridades de Jalisco. Sucede con la mayoría de los equipos y en todos los estadios, lamentablemente.

Para entender este abominable fenómeno de las barras, necesitamos preguntar mucho y a muchos personajes que han estado en las entrañas de este cáncer, ya sea como barristas o como autoridad y conoce los operativos, así como con directivos de equipos con quien se coordinan operativos. Ver documentales o series ayuda también a entender mejor este fenómeno de descomposición social.

En Netflix pude ver 'La Puerta 7', que aunque con episodios de evidente ficción retrata los entornos y las formas de las barras bravas en Argentina que son todo tumor maligno imposible de extirpar. En México, aunque estamos aún lejos de esos niveles de podredumbre, vamos en ese camino. Sin embargo, lo que me impactó de manera rotunda es un documental por una empresa mexicana y que encontré en las redes sociales de la barra Zona Norte y que retrata la rivalidad de las barras de Chivas y Atlas, de manera brutal y desgarradora.

El documental fue realizado por la empresa Vice Media, S.A. de C.V. y fue grabado en el 2018; es brutalmente crudo, desgarrador, revelador, en lo personal nunca había visto en México que se hubiera documentado algo tan crudo sobre las barras, con tanta precisión, con tantos matices cómo en este documental, que de verdad NO podrá dejar de verlo. Vaya mi enorme reconocimiento a toda la producción por tan extraordinaria pieza.

Ahí se retrata la descomposición social, armas, drogas, los vacíos que llena la barra, que en conjunto utiliza el futbol, a un equipo, como pretexto para ser alguien por un momento, para luchar por algo que como sociedad NO han tenido. En el documental se encuentran declaraciones de barristas de Chivas y de Atlas, que estrujan el alma:

“Las nuevas camadas (sic) de la barra vienen empujando muy fuerte. Es una camada (sic) rebelde, radical, que le gusta agarrarse a putazos con todo el mundo, que se hace respetar para defender los colores…”

“Estoy en la barra porque aquí he conocido la verdadera amistad, lo mismo en un viaje, en la cárcel, en el hospital…”   

“¿Qué cuantas veces ha corrido peligro mi vida? Todo el tiempo y lo disfrutas".

Y si bien NO se puede generalizar sobre el perfil psicológico y social de los barristas, porque también los hay de otro tipo que NO aportan violencia o delincuencia, podemos decir que son, lamentablemente, estos últimos una minoría.  

Pero vamos por partes. Hablamos con una de las autoridades de Guadalajara que coordina los operativos en los partidos de alto impacto, quien nos pidió omitir su nombre pero hizo precisiones contundentes sobre los mismos que coinciden con las declaraciones de otros involucrados.

“Mira, Fantasma. Hay partidos de bajo riesgo porque son de poca convocatoria, pon (sic) que venga el Puebla, el Pachuca, Xolos o Toluca. Ahí, solo es necesario realizar un perímetro y no a gran escala, tres o cuatro cuadras y separar a las porras o barras en el estadio para sacarlas antes o después del juego. Pero hay otros, como el Clásico contra Chivas, contra el América o los Pumas, donde hacemos hasta 3 perímetros, diez o quince cuadras, cercamos en círculo los alrededores del estadio para tener el control. Buscamos que las barras ingresen por determinados sectores y no se encuentren”.

-"Digamos que los perímetros es la zona de tregua o 'segura' ¿Y antes o después de los perímetros es zona de guerra? ¿Hasta ahí garantizan ustedes el saldo blanco para sus jefes o no?", pregunté al mando operativo. “Eres cabrón, Fantasma. Digamos que son valores entendidos. Nosotros podemos decir que cumplimos con controlar la violencia dentro nuestros perímetros, el club puede decir que lo que pase de ahí 'ya no es su pedo' aunque sean sus barras de animación. Diríamos que gracias a los perímetros, nosotros y el club quedamos libre de 'pecado' después de ellos. ¡Tampoco los vamos a mandar en Uber hasta sus pinches colonias, no mames! Son resentidos sociales, en el 2014 casi nos matan a golpes a dos compañeros en el mismo estadio. Y la mayoría de esos weyes ya esta libre y viene acá". 

“Lo que sucedió con este chico que me preguntas, fue a unas cuadras del estadio, fue un operativo primario pues Pachuca era el rival, solo cuidamos las inmediaciones del Jalisco. Este evento sucedió a cuatro o cinco cuadras, muy cerca de un Oxxo, ya tenemos videos de locales cercarnos. Nosotros nos preocupamos por que la afición del Pachuca -que era poca- se quedará en el estadio. La verdad, NO pensábamos que la barra del Atlas fuera a madrear a uno de los suyos con semejante saña. En los videos se ve que fueron unos diez contras el pobre chavo”.

Y sin mediar pregunta el mando operativo continuó su relato: “Mira, esos cabrones (las barras) tienen contactos con algunos de nuestra gente que les informan hasta donde vamos a limitar los operativos ¿Qué sucede entonces?, que esos delincuentes, ¡porque eso son!, en algún parque cercano al último operativo dejan escondidos entre los árboles o coches todo su arsenal: cuchillos, palos, tubos, armas, cohetes. Los esconden, dejan a gente de su barra como halcones, cuidando, ellos no van al estadio. Todo este pinche arsenal lo ocupan a su regreso a sus barrios. Ahí si se arman unas madrizas enormes, ahí no hay un muerto ni dos ¡Ha habido muchos! Pero NO se sabe, no se dice nada. Ahí no hay prensa, no hay tele que esté jodiendo. Son barristas caídos después de un juego, aunque las cifras oficiales solo mostrarán que fue un muerto más entre pelea de pandillas y de esos aquí sobran. Querías la realidad, Fantasma, ¡esa es la realidad!".

Jorge Alcántara nació en Cuautitlán en el Valle de México, pero a los pocos meses de nacido se mudaron cerca para instalarse en la calle Abelardo Carrillo y Gardiel de la Colonia Villa de Cortés en el sur de la Ciudad de México. Sus padres se habían separado abruptamente, su madre se fue y su padre se hizo cargo de él y su hermano, no tuvo más remedio el apoyo de la familia con la que vivía, junto a otros tíos y primas. Digamos que Jorge fue criado como tantos niños por su abuela materna, que se convirtió en su adoración.

La familia de su padre estaba dividida. Algunos de sus tíos se habían mudado a Guadalajara, de donde era originaria la abuela de Jorge, así que sus vacaciones eran a esa ciudad, con ellos. Tendría apenas unos 6 años cuando en casa de sus tíos vio aquel Atlas de La Volpe, que empataba con el Toluca a tres goles en plena liguilla. Ese juego lo marcó, los colores rojinegros le habían robado el corazón, lo mismo esa barra que estaba eufórica en la tribuna.

¿Quién hubiera imaginado aquel día que, 16 años después, unos delincuentes con su misma pasión lo iban a matar a golpes a unas calles del estadio?. ¿Quién hubiera imaginado que 16 años después, un tambor con un enorme escudo de la Federación Mexicana de Futbol fuera la escenografía para escuchar un cántico de despedida que retumbaba diciéndole adiós a uno de los suyos?:

“Chavo ruco, chavo ruco, chavo ruco no te vaaas...

Te nos adelantaste un rato...

pa'volvernos a encontrar”

La historia de Jorge, las disputas de las barras, sus negocios, las amenazas, los motivos para asesinarlo tan cruelmente, los testimonios de un padre devastado, la impunidad y pasividad de las autoridades de Jalisco, de la Procuraduría en ese horrendo crimen y otros relatos, apenas comienzan…Nos leemos la próxima semana.

 

“En el tema de las barras en México suelen tapar el pozo después del niño ahogado, solo que ya se han ahogado muchos en ese pozo y nadie lo ha tapado”

Alberto Lati

 

 

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