El futbol femenil mexicano acaba de vivir un momento que no se olvida. La final del Apertura 2025 no solo coronó a un nuevo campeón: rompió todos los récords de audiencia y asistencia. Más de 40,193 aficionados llenaron el Volcán para presenciar el partido —un estadio encendido de principio a fin—, mientras que la transmisión llegó a millones más a través de una distribución inédita: en México pudo verse por ESPN, Disney+, Imagen Televisión, Canal 6, Tigres Live y LayVTime, además de las plataformas oficiales de la Liga MX Femenil; y en Estados Unidos por Fox Deportes, Telemundo, EstrellaTV y LATV Nation. Nunca antes tantas pantallas habían apuntado al mismo juego. Y esa cita colectiva confirmó algo: el fútbol femenil ya no compite contra la indiferencia, compite contra sus propias expectativas.
Que tantas aficionadas y aficionados se conectaran para vivir esta final habla de algo que va más allá de un título o un marcador: habla de una demanda real, creciente y sostenida. El público quiere futbol femenil. Lo busca, lo celebra y lo consume. Las jugadoras ya no solo están compitiendo por la gloria deportiva, también están compitiendo por un espacio que por fin empieza a reconocerlas.
Y los números lo confirman: el torneo superó por más de cinco millones de espectadores el récord anterior. Ese dato es clave porque demuestra que el crecimiento no es solo constante: es acelerado. Cuando se brindan las condiciones —transmisiones abiertas, producciones de calidad, una liguilla emocionante y equipos con proyectos sólidos— la respuesta del público es inmediata.
Pero esta final no es solo una celebración de audiencia: es una plataforma. Una señal para clubes, televisoras y patrocinadores de que el futbol femenil tiene un valor inmenso que apenas estamos dimensionando. Las audiencias están listas, ahora lo que falta es que la industria se mueva al ritmo que las jugadoras ya marcaban desde hace tiempo.
Y para las futbolistas…el mensaje es doble. Por un lado: “sí, alguien nos está viendo”. Por el otro: “estamos siendo observadas con más atención que nunca”. Eso exige un nivel de profesionalismo cada vez más alto, pero también abre una puerta gigante: con audiencias de este tamaño, cada gol, cada jugada y cada historia se amplifica de forma exponencial.
Este hito nos recuerda que el deporte femenil no avanza por casualidad, avanza porque sus protagonistas han trabajado, han resistido y han insistido. Porque la afición ha empujado. Porque los clubes han empezado a invertir y porque la conversación pública ya no se apaga.
La final del Apertura 2025 no solo rompió un récord: rompió un techo. Y lo que viene ahora es aún más importante: sostener esta ola, fortalecer la estructura, incrementar la inversión, mejorar la visibilidad y garantizar que este impulso no sea pasajero, sino histórico.
Porque cuando un país entero voltea a ver a sus jugadoras, lo que se está construyendo ya no es solo una final: es un futuro.
¡Abramos cancha!




