Este 5 de diciembre, la política se vistió de futbol. En el Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas, sede del sorteo oficial del Mundial 2026, Claudia Sheinbaum, Donald Trump y Mark Carney se pararon juntos en el escenario por primera vez como jefes de Estado de México, Estados Unidos y Canadá, respectivamente.
Con un mensaje cargado de simbolismo, la presidenta de México no dudó en remarcar las raíces profundas del futbol (o como lo llamó, el “juego de pelota”) en la historia mexicana.

“Nosotros disfrutamos del juego de pelota desde tiempos ancestrales”, resaltó la mandataria.
Previamente, Gianni Infantino, presidente de la FIFA, la presentó con énfasis en el hito. “México organizará una Copa del Mundo por tercera vez”.
Ante una pregunta sobre el significado de este momento para el país, Sheinbaum respondió con orgullo que “estamos orgullosos, orgullosas de recibir por tercera vez la Copa Mundial. México es un país extraordinario, bello, mágico y millones visitarán nuestra nación. Además, quiero decirles que tenemos un pueblo extraordinario, trabajador y algo especial”.

Trump, entre Pelé y polémicas
El expresidente y ahora reelecto Donald Trump se mostró más nostálgico y nacionalista, como es su costumbre. Recordó haber visto jugar a Pelé en Estados Unidos:
“Tuve el honor de ver a Pelé jugar para los Cosmos. Déjenme decirles, no era solo un partido, era un espectáculo. Él no era solo un jugador; era más grande que la vida”, dijo.

Y sobre el crecimiento del "soccer" en Estados Unidos, soltó: “¿Quién pensó que hubiera llegado a un nivel donde están consiguiendo esos números, ratings, venta de boletos, y todavía ni siquiera la pelota ha empezado a rodar? Felicidades. Increíble esfuerzo. Y felicidades a la FIFA”, expuso.
Y quien no dijo palabra alguna fue Mark Carney, quien solamente observó las palabras de sus homólogos.

Una Copa del Mundo que ya hace historia
La edición 2026 será la primera Copa del Mundo organizada por tres países al mismo tiempo, y marcará un hito también en número de equipos y partidos. Pero el protagonismo no solo está en la cancha, sino en las sillas del poder.

El momento fue histórico: la presidenta de izquierda, el conservador republicano y el primer ministro canadiense coincidieron en un mismo evento mundialista. Y aunque el balón aún no rueda, la cancha ya está encendida.





