La temporada navideña ya no empieza en diciembre. Cada vez más personas colocan el árbol, las luces y los adornos desde noviembre e incluso octubre. Este fenómeno ha llamado la atención de especialistas en psicología, quienes aseguran que la tendencia tiene raíces emocionales y sociales más profundas de lo que parece.

¿Por qué tanta gente adelanta la decoración navideña?
Una de las principales razones es la nostalgia. Psicoterapeutas como Amy Morin han explicado que los adornos navideños actúan como detonantes de recuerdos positivos y seguros, casi siempre asociados a la infancia, la familia o momentos felices del pasado. Estos recuerdos estimulan la liberación de dopamina, la conocida “hormona de la felicidad”, lo que genera una sensación inmediata de bienestar.
También influye la llamada anticipación de la felicidad, un concepto psicológico que señala que preparar algo positivo —como la Navidad— produce placer incluso antes de que ocurra. Decorar temprano permite a las personas entrar en un ambiente emocionalmente cálido que reduce el estrés cotidiano y mejora el ánimo. En tiempos de incertidumbre o presión laboral, este efecto se vuelve especialmente atractivo.

La decoración temprana también cumple una función social. Investigaciones sobre percepción del entorno muestran que los hogares decorados se consideran más amigables, accesibles y acogedores. Esta “señal de sociabilidad” fomenta la conexión con los vecinos y puede reforzar el sentido de pertenencia dentro de una comunidad, algo cada vez más valioso en entornos urbanos.
¿Es siempre una señal positiva?
Aunque en la mayoría de los casos decorar antes refleja bienestar emocional, algunos psicólogos señalan que en ciertos escenarios también puede ser una forma de llenar vacíos internos. La psicóloga Carmen Harra ha señalado que algunas personas utilizan la decoración temprana para proyectar estabilidad, perfección o control cuando internamente atraviesan ansiedad, tristeza o tensiones personales. No es patológico, pero sí puede ser un mecanismo de compensación emocional.

A esto se suma la influencia del llamado Christmas creep, un fenómeno comercial donde tiendas y marcas adelantan la temporada navideña para impulsar compras. Cuando centros comerciales, anuncios y espacios públicos comienzan a mostrar luces y árboles semanas antes, las personas suelen imitar ese ambiente festivo, aun sin proponérselo.
En conjunto, la tendencia a decorar antes es el resultado de emociones, necesidades sociales y estímulos externos. Para muchos, se trata simplemente de extender un periodo que les trae alegría; para otros, funciona como refugio emocional o como un puente hacia recuerdos felices. Lo cierto es que no existe una fecha correcta: cada quien enciende sus luces cuando más lo necesita.





