El mundo de la lucha libre mexicana está de luto. Este fin de semana se confirmó la muerte de Nosferatu, luchador tapatío e hijo del legendario Javier “Chamaco” Valaguez, a los 45 años de edad. Su fallecimiento ha conmocionado al medio luchístico, especialmente entre quienes compartieron cuadrilátero con él.

La noticia fue confirmada por El Satánico, uno de sus maestros y líder de la mítica facción Los Infernales, grupo al que Nosferatu perteneció en su etapa con el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL).
“Me uno a la pena y en oración por la lamentable pérdida de Nosferatu, un elemento que formó parte de Los Infernales; su estampa, presencia física y legado lo hicieron un gladiador con mucho potencial”, escribió El Satánico en redes sociales.
También Euforia, su compañero de equipo en el CMLL, lamentó la partida del luchador:
“Dios les dé paz y fortaleza a sus seres queridos. Descansa en paz, hermano”.

Un legado que comenzó como Chamaco Valaguez Jr.
Nacido en Guadalajara, Nosferatu inició su carrera profesional en noviembre del año 2000, utilizando el nombre de Chamaco Valaguez Jr. en homenaje a su padre, figura reconocida en la lucha libre durante las décadas de los 80 y 90. En sus inicios luchó sin máscara, pero su carrera dio un giro en 2007 cuando fue contratado por el CMLL, donde adoptó el personaje de Nosferatu, un rudo enmascarado con estética oscura que rápidamente se ganó el respeto del público.
Durante su etapa en la empresa, formó parte de diversos torneos y rivalidades importantes, consolidándose como un luchador sólido en la escena nacional, especialmente dentro del bando rudo.
Sin causa oficial de fallecimiento
Hasta el momento, no se han dado a conocer las causas oficiales de su muerte, lo que ha generado múltiples muestras de pesar y homenajes dentro de la comunidad luchística. Lo que sí es claro es que Nosferatu deja un vacío entre los fanáticos del pancracio nacional, así como entre sus compañeros y familiares.

Con su partida, el cuadrilátero pierde a un guerrero más, pero su legado vivirá en la memoria de quienes lo vieron luchar, enmascarado o no, siempre con entrega total.




