Daniel Hugo Piazzolla, hijo del mítico compositor argentino Astor Piazzolla, falleció a los 80 años a causa de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Aunque se mantuvo alejado de los reflectores, fue una figura clave en la preservación de la memoria musical y familiar del genio del bandoneón.
A lo largo de su vida, Daniel Hugo no buscó el estrellato como otros miembros de su familia. Sin embargo, su labor fue esencial para mantener vivos los pilares de una herencia artística que marcó la historia del tango y de la música contemporánea. Formó parte del Octeto Electrónico, colaboró en el documental Piazzolla, los años del tiburón (2018) y trabajaba en un libro autobiográfico que no alcanzó a publicar.

Un apellido, dos generaciones
Debido a la coincidencia de nombres, fue frecuentemente confundido con su hijo, el baterista y músico Daniel “Pipi” Piazzolla. Padre e hijo compartieron escenarios y grabaciones, fortaleciendo el linaje musical de una familia donde la creatividad parece venir de fábrica.
A pesar del respeto mutuo, la relación con Astor no siempre fue armónica. Tras disentir con la decisión de su padre de disolver el Octeto, Daniel Hugo pasó doce años distanciado de él. Aun así, lograron reconciliarse antes del fallecimiento de Astor en 1992. “Compartimos el último Día del Padre juntos, dos semanas antes de su muerte”, recordaba.

El peso de ser hijo de un genio
“Fue muy difícil porque mi papá cuando empecé me dijo ‘Vas a tocar conmigo pero sos mi hijo y no te podés equivocar’. Fue lo peor que me podría haber dicho. Además me dijo que iba a ganar la mitad que el resto de los músicos”, confesó en el ciclo Cómo hice, de Canal Encuentro.
En su niñez, su madre Dedé les pedía a él y a su hermana Diana caminar en silencio por la casa. “Nos recordaba que vivíamos con un genio y no debíamos interrumpir su trabajo”, rememoraba Daniel Hugo.

El refugio en la Patagonia
Fanático de River Plate y enamorado de Nueva York, en 2010 decidió mudarse a Villa La Angostura, donde vivía rodeado de recuerdos y música. En la entrada de su hogar había un cartel que decía “Las tres D”, en referencia a Diana, Dedé y él mismo. Con el paso del tiempo, esa simbología la adaptó a sus hijos: Daniela y Daniel.
Daniel Hugo fue un restaurador silencioso de la catedral Piazzolla. Mientras el mundo admiraba los vitrales y la cúpula firmada por Astor, él se encargó de que cada piedra, grieta y cicatriz del edificio quedara a salvo para la posteridad.





