El gobierno de Estados Unidos ha ampliado los criterios de evaluación médica para todos los solicitantes de visa. La nueva política instruye a funcionarios consulares a negar el ingreso o la residencia a extranjeros que padezcan enfermedades crónicas o discapacidades que puedan implicar costos médicos elevados. Entre las condiciones señaladas se incluyen la obesidad, la diabetes, padecimientos cardiovasculares, respiratorios y mentales.

El documento establece que los oficiales deberán revisar el historial médico del solicitante, su edad y su estabilidad económica para determinar si puede costear su tratamiento médico de manera privada.
“La salud y edad del solicitante, junto con su capacidad económica para costear su tratamiento, determinarán la decisión final”, señala el texto oficial.
¿Qué enfermedades podrían causar el rechazo de una visa?
Las autoridades estadounidenses clasifican ciertas enfermedades como potencialmente costosas para el sistema de salud, lo que las coloca dentro de los factores de riesgo para obtener una visa. La lista incluye condiciones metabólicas, neurológicas, respiratorias y mentales, consideradas de atención prolongada o de alto costo.

“Ciertas afecciones médicas —entre ellas enfermedades respiratorias, metabólicas, neurológicas o mentales— pueden requerir atención por valor de cientos de miles de dólares”, advierte la orden.
Esto significa que personas con diabetes tipo 2, hipertensión, depresión o sobrepeso severo podrían ver limitada su entrada a Estados Unidos si no demuestran solvencia económica o cobertura médica suficiente.
La salud como nuevo filtro migratorio
La política se fundamenta en el principio de “carga pública”, una figura legal que impide otorgar visas o residencias a quienes puedan depender de los programas sociales del país. Bajo esta interpretación, cualquier persona que requiera atención médica prolongada podría ser rechazada por considerarse un potencial gasto para los contribuyentes.

Con ello, la salud se convierte en un nuevo filtro migratorio, junto con los antecedentes penales y la estabilidad financiera. Este cambio representa uno de los mayores endurecimientos en los criterios médicos para obtener una visa en las últimas décadas.
Impacto directo en América Latina
La medida podría afectar de forma directa a millones de solicitantes latinoamericanos, especialmente de países donde las tasas de obesidad y diabetes son altas. En México, por ejemplo, más del 70 % de los adultos tiene sobrepeso u obesidad, según datos de salud pública, lo que podría poner en riesgo miles de solicitudes de visa cada año.
Especialistas señalan que esta política privilegia a los aspirantes con buena salud y poder adquisitivo, generando una barrera discriminatoria que impacta en poblaciones vulnerables.
¿Qué implica para los aspirantes a una visa?
Los solicitantes deberán presentar informes médicos actualizados y pruebas de solvencia económica que acrediten que pueden costear su atención médica sin recurrir a fondos públicos. Además, las entrevistas consulares incluirán preguntas sobre tratamientos, historial médico y acceso a seguros de salud.

Aunque no se ha especificado si habrá revisiones médicas obligatorias, se espera que los funcionarios tengan mayor discrecionalidad para evaluar casos con enfermedades preexistentes.
Críticas y controversias
Organizaciones de derechos humanos y abogados migratorios advierten que la medida abre la puerta a la discriminación médica, ya que convierte la salud en un criterio de exclusión social. Argumentan que padecimientos comunes no deben ser motivo para negar la entrada a un país, especialmente cuando los solicitantes cuentan con medios propios para vivir y trabajar.

También se ha cuestionado el impacto psicológico y social que esta política puede generar, al estigmatizar enfermedades crónicas y reforzar estereotipos corporales. Los críticos sostienen que la medida “penaliza estar enfermo” y fomenta una visión de “cuerpos hegemónicos” dentro del sistema migratorio.
Una política con impacto global
Aunque la directriz está dirigida a consulados estadounidenses, su influencia podría extenderse a otros países que colaboran con Estados Unidos en materia migratoria. Las nuevas normas marcan el regreso de una política restrictiva centrada en la selección por salud, edad y estatus económico, más que por capacidades laborales o vínculos familiares.
Mientras tanto, miles de personas que planeaban solicitar una visa deberán adaptarse a esta nueva realidad: un proceso más estricto, donde la condición médica personal puede determinar el sueño o la renuncia al llamado “sueño americano”.





