Hubo una época en que Acapulco era el centro del mundo. La fiesta, el lujo, los flashes, las figuras internacionales… Todo eso tenía un nombre: Baby’O. Y hoy, a más de cuatro décadas de su fundación y tras su incendio provocado en 2021, vuelve a brillar —pero esta vez en pantalla— con el documental ‘La noche eterna del Baby’O’, dirigido por Emilio Maillé.
A través de 110 minutos, la cinta disponible en ViX desde este 20 de noviembre retrata el origen, auge y supervivencia de la discoteca más icónica del puerto. No sólo es un recorrido musical por los años dorados de Acapulco, sino también una reflexión social sobre la identidad de una ciudad que ha resistido incendios, violencia y hasta huracanes como Otis.

“El Baby’O es lo que es porque está en Acapulco, entonces Acapulco manda de cierta manera”, nos dice en entrevista exclusiva para CONTRA Emilio. “No es un documental de Acapulco, pero sí es un documental de Acapulco”.
De templo de fiesta a símbolo de una ciudad
Desde 1976, el Baby’O se convirtió en epicentro de las noches más legendarias de Acapulco. Sus muros vieron pasar a Luis Miguel, Michael Jordan, Elizabeth Taylor, Bono y hasta Sylvester Stallone. Pero el documental no se queda en el anecdotario de lujo: Maillé decidió ir más allá, hablar también del contexto.

“El gran desafío fue que la parte social no se convirtiera en frívola y que la parte de la discoteca no se volviera anecdótica”, explica. “La música sigue ritmando todo, incluso cuando hablamos de la llegada de la violencia a Acapulco”.
Aunque hubo espacio para abordar hechos duros, como el crimen organizado o el ataque que consumió el Baby’O en llamas, el director decidió no caer en el tono de nota roja. “Podíamos haber hablado del Baby-O negro, que seguramente lo hay como todos los antros lo tienen… pero no quise irme por ahí”.

¿Y Luis Miguel? “Se buscó por todos lados…”
Uno de los grandes ausentes del documental fue Luis Miguel. El Sol no sale en La noche eterna del Baby’O, aunque se intentó.
“Luis Miguel tal vez ha sido el personaje más emblemático del Baby’O. Él hizo del Baby’O un poco su casa… pero no cedió. Se buscó por todos los lados, coincidió con el arranque de su gira y eso no pasó”, cuenta Maillé.

Disco eterno
Una de las decisiones más llamativas del director fue mantener la música disco como hilo conductor del documental, sin importar el paso de los años.
“Para mí el género de la música disco es vital. Es un género que desaparece muy rápidamente, pero quise marcar ese Baby-O con el género disco. Fue una decisión totalmente subjetiva que me gusta mucho”, nos contó.

Más allá del ritmo setentero, el documental construye una narrativa que mezcla lujo y memoria, fiesta y nostalgia, pero sobre todo, orgullo por una ciudad que no se rinde.
“De cierta manera también es hablar de México, es como empezar en lo más chiquito y extenderlo a algo más universal”.





