El histórico líder dejó un legado político y humano que marcó a Uruguay y al mundo. Su vida, marcada por la lucha, la cárcel, la presidencia y el amor por su tierra, llegó a su fin en su querida chacra.

El adiós a “Pepe”
Este martes, a los 89 años de edad, falleció en su chacra de Rincón del Cerro, a las afueras de Montevideo, José Mujica, expresidente de Uruguay y figura icónica de la izquierda latinoamericana. La noticia fue confirmada por el actual mandatario Yamandú Orsi: “Te vamos a extrañar, Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”. Mujica, que gobernó entre 2010 y 2015, había anunciado en enero que su cáncer de esófago había hecho metástasis. Desde entonces, pidió privacidad para vivir sus últimos días en tranquilidad.
Una vida de lucha y coherencia
“Hasta acá llegué”, dijo en su mensaje de despedida, dejando claro que enfrentaría el final como vivió: con sencillez, autenticidad y fortaleza. Exguerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, fue preso político durante 15 años, sufrió torturas y el aislamiento más extremo. Sin embargo, tras el retorno a la democracia en 1985, eligió el camino institucional y llegó a convertirse en presidente. Su figura traspasó fronteras por su estilo austero, su pensamiento humanista y su frase célebre: “El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes son”.

El presidente más humilde del mundo
Pepe Mujica era conocido internacionalmente como “el presidente más pobre del mundo”. Vivía en su modesta chacra, donaba gran parte de su sueldo y rechazaba privilegios. Lejos del protocolo, prefería andar en su Volkswagen escarabajo, atender a sus perros, cultivar su huerto y reflexionar con los jóvenes. En su despedida pidió ser enterrado en su casa, junto a su entrañable compañera de cuatro patas, Manuela, su perra de tres patas que lo acompañó en momentos claves de su vida.
Vínculo con el deporte y legado cultural
Mujica también tuvo gestos memorables con el deporte uruguayo, al que consideraba una herramienta de cohesión y superación social. Fue cercano a los futbolistas, a los entrenadores y a deportistas anónimos. En varias ocasiones elogió el espíritu de lucha de la selección uruguaya, incluso en sus discursos presidenciales. Su filosofía de vida inspiró a jugadores y clubes, que hoy lo despiden como un símbolo de humildad, coraje y coherencia.

Una historia de novela
En sus propias palabras, su vida fue “una novela donde la presidencia fue apenas una pavada”. Mujica sobrevivió a seis balazos, a la locura del aislamiento carcelario, a la dictadura, y renació en la política como símbolo de esperanza. Fue villano para algunos y héroe para muchos, pero su legado será eterno. En un mundo cada vez más frío, Pepe Mujica murió como vivió: fiel a sus convicciones, en paz con su gente y abrazado a la tierra que tanto amó.




