A propósito de la serie ‘Chespirito: Sin Querer Queriendo’ y las polémicas entornó a Florinda Meza, en redes sociales se ha revivido el término “síndrome de Doña Florinda”, que aunque no se trata de una enfermedad o mal médicamente aceptado, sí es parte de la cultura popular de México y otros países.
El "síndrome de Doña Florinda" se ha convertido en un término popular en redes sociales para describir ciertos comportamientos autoritarios, moralistas y clasistas que se ven reflejados —en tono irónico— en figuras maternas o adultas con roles de poder. Aunque no es un diagnóstico médico ni psicológico, el concepto ha tomado fuerza en el análisis social contemporáneo.

Inspirado en un personaje de El Chavo del 8
El nombre hace referencia al personaje Doña Florinda, interpretado por Florinda Meza en la clásica serie El Chavo del 8, quien se caracterizaba por:
- Ser hiperprotectora con su hijo Quico
- Mostrar un profundo desprecio hacia personas de menor clase social
- Reaccionar de forma agresiva o con superioridad ante figuras de autoridad como el Profesor Jirafales o Don Ramón
- Tener actitudes controladoras, arrogantes y prejuiciosas
Con el paso de los años, este perfil fue adoptado como símbolo de ciertas posturas sociales que, aunque parezcan exageradas, siguen presentes en muchos contextos familiares y educativos.

Estos son los síntomas del síndrome de Doña Florinda
Aunque el término no tiene reconocimiento clínico, se ha popularizado para describir actitudes como:
- Actuar desde una falsa superioridad moral
- Descalificar a quienes no comparten su punto de vista
- Proteger en exceso a los hijos, evitando que se enfrenten a la realidad
- Hacer juicios constantes sobre lo “correcto” o “incorrecto”
- Mostrar un rechazo visceral hacia lo diferente, ya sea en clase social, creencias o estilos de vida
- Tener un comportamiento pasivo-agresivo o sarcástico como forma de comunicación

Un reflejo de comportamientos sociales arraigados
El “síndrome de Doña Florinda” no busca caricaturizar el rol materno, sino poner en evidencia prácticas de crianza y actitudes sociales que pueden ser dañinas, especialmente cuando perpetúan desigualdades, intolerancia o relaciones de poder tóxicas.
Aunque surgió como un concepto popular en redes, también ha sido retomado por algunos psicólogos divulgadores para hablar de patrones emocionales que vale la pena revisar, cuestionar y transformar.




