Jackie Robinson, el talento no tiene color de piel
Jackie Robinson fue un hombre con una extraordinaria capacidad atlética, pero el mayor reto que enfrentó no pasó por tener que fildear una pelota, correr para robar una base o el difícil arte de pegarle a una recta, su principal reto fue afuera del diamante, donde tenía que cargar con un peso que no había pedido.
Desde joven dio muestras de ser un deportista excepcional, brilló en varios deportes (basquetbol, tenis, futbol americano), pero también como un hombre de carácter para afrontar los retos.
Fue uno de los primeros estudiantes negros en recibir una beca completa como deportista para acudir a la universidad, ahí, tuvo que soportar los insultos de aquellos que todavía se negaban a que la universidad admitiera a estudiantes afroamericanos.
Esas y otras experiencias lo fueron moldeando para el gran reto que la vida le preparó. En 1946, tras un año en las Ligas Negras, los Dodgers de Brooklyn lo firmaron, pero pasó toda esa temporada en Ligas Menores.
Robinson ya había dado muestras de que su talento era de Grandes Ligas, pero los Dodgers dudaban de romper con una regla no escrita del beisbol, esa que mantuvo fuera de la Gran Carpa a los jugadores negros.
Finalmente, el 15 de abril sucedió: Jackie Robinson se convirtió el primer jugador en romper las barreras y ser un jugador negro entre los 16 equipos de Grandes Ligas.
El reto apenas empezaba, no tan sólo en el diamante, donde tuvo que adaptarse a jugar la primera base, su presencia era un insulto para muchos blancos extremistas, los cuales encontró tanto como rivales en el terreno, como en la grada, como en las calles.
Más de una vez tuvo que soportar insultos, sabía que lo que estaba en juego era mucho más que su legado, era la oportunidad de cambiar un absurdo status quo y si no controlaba ese explosivo carácter podía pasar a la historia como el negro que era demasiado violento.
Su mejor arma fue su talento. No tardó en demostrar que merecía estar entre los mejores. Ganó un reconocimiento al Novato del Año, otro como MVP, acudió seis veces al Juego de Estrellas y obtuvo un anillo de Campeón.
Pero su mayor legado es ser el hombre que le enseñó al mundo que al momento de jugar a la pelota no importa la raza y que el deporte, más que dividir, debe ayudar a unir a las personas.