El Benfica sigue sin encontrar la fórmula para ganar en la Champions League. En el Estadio Da Luz, donde la afición esperaba una noche de redención, el conjunto de José Mourinho volvió a sufrir una dolorosa derrota, esta vez ante un Bayer Leverkusen que llegó presionado tras su estrepitosa caída 2-7 frente al PSG. El resultado, 0-1 en favor de los alemanes, deja a los lusitanos con cero puntos y una crisis de confianza que parece no tener fin en el torneo continental.

¿Por qué el Benfica no logra levantar cabeza en la Champions?
El inicio del encuentro dejó entrever las intenciones de ambos equipos. El Benfica, urgido de una victoria, se volcó al ataque con intensidad y dominio del balón. Mourinho apostó por un planteamiento ofensivo, buscando ahogar a un Leverkusen que llegaba golpeado anímicamente. Sin embargo, la falta de precisión y la mala fortuna impidieron que los locales se adelantaran en el marcador. Los palos salvaron dos veces a los alemanes: primero ante un disparo potente de Dudi Lukebakio y luego con un cabezazo de Nicolás Otamendi que rozó el gol.
El control del Benfica fue absoluto en la primera mitad, pero el marcador no se movió. Esa falta de efectividad terminaría siendo el mayor castigo para los lusos. En la segunda parte, el Leverkusen, dirigido por Kasper Hjulmand, mostró una versión más valiente y aprovechó los espacios que dejaba la defensa rival. Un error defensivo, tan insólito como costoso, cambió el destino del encuentro.

Patrik Schick, el héroe inesperado en Da Luz
El gol del triunfo llegó al minuto 65, en una jugada que reflejó las carencias defensivas del Benfica. Aleix García filtró un pase preciso al área, y aunque el portero Anatoliy Trubin logró tapar el primer intento, el rebote fue mal despejado por Samuel Dahl. El lateral, en lugar de enviar la pelota fuera del campo, cabeceó hacia el costado izquierdo, donde Patrik Schick apareció con astucia para anticiparse y marcar el único tanto del partido.
El silencio se apoderó del Estadio Da Luz. La ilusión de los aficionados se transformó en frustración y muchos abandonaron las gradas antes del pitazo final. Mourinho, que había prometido una reacción en Champions, se marchó visiblemente molesto, consciente de que su equipo dejó escapar una oportunidad de oro para mantenerse con vida en el grupo.

El Leverkusen, en cambio, celebró un triunfo de oro que puede marcar un punto de inflexión en su campaña. Después del descalabro ante el PSG, los alemanes mostraron oficio, resiliencia y efectividad. Schick se vistió de héroe y Hjulmand, aliviado, encontró en este resultado una bocanada de confianza para recomponer el rumbo europeo.
El Benfica, por su parte, acumula tres derrotas en tres partidos y sigue sin sumar puntos. Su rendimiento en la Champions contrasta con el buen momento que atraviesa en la liga local, lo que aumenta la presión sobre Mourinho. La clasificación a los playoffs se complica y el margen de error se reduce al mínimo.
Si algo deja claro este nuevo tropiezo es que en la Champions League no basta con jugar bien: los errores se pagan carísimo. Lisboa fue testigo de otra noche amarga para las ‘Águilas’, que deberán reaccionar pronto si no quieren despedirse prematuramente del sueño europeo.





