En un partido de auténtico alarido, la Selección de Hungría y la Selección de Irlanda se robaron el primer horario de Eliminatorias de la UEFA, con un duelo que tuvo goles y emociones desde los primeros minutos y que terminó con un final cardiaco en favor del equipo de Irlanda, consiguiendo su pase al repechaje para el Mundial de 2026.
Duelo de poder a poder
Desde que el silbante hizo sonar su ocarina, no tardaron mucho en moverse las redes, pues apenas en la primera llegada del equipo de Hungría, Jake O'Brien derribó a Roland Sallai, causando un tiro libre apenas al minuto 2, mismo que fue capitalizado en un gol de Dániel Lukács, quien entró sin marca en el primer palo y remató de cabeza para poner el 1-0.
Los Irlandeses poco tardaron en reaccionar; el equipo del trébol de la suerte se fue encima del equipo local, quien con una defensa bien parada pudo aguantar la presión durante ocho minutos, sin embargo, al minuto 12, Attila Szalai, pateó a Chiedozie Ogbene y el colegiado tras revisar en el VAR, marcó la pena máxima, la cual se convirtió en gol de Troy Parrott.
Tras el empate, el equipo de Hungría comenzó a replegar su sector del medio campo; Alex Toth y Dominik Szoboszlai, comenzaron a jugar con la esférica en el medio campo intentando apagar el fuego del equipo irlandes que poco o nada bajó los brazos y la presión alta.
Pese a los intentos del visitante de dar la vuelta al resultado, los húngaros aprovecharon una descolgada veloz y tras una serie de rebotes, Barnabas Varga controló de pecho y de bote pronto sacó una voleo, provocando que el balón se colara en la escuadra izquierda de la portería y así poner de nuevo en ventaja a los locales.
¿Maldición en Hungría?
Los segundos 45 minutos iniciaron lentos y sin mucha emociones, partido que le convenía al conjunto local y que así lo fue aguantando hasta los 80 minutos, luego de que Parrott recibió frente al guardameta, este no perdonó y pese a los reclamos locales de un presunto fuera de lugar, el silbante dio por buena la anotación.
El Puskas Arena no dejaba de saltar en los 90 minutos, ni siquiera el agregado de cinco parecía detener la fiesta húngara que comenzaba a servirse en bandeja de plata, sin embargo, a los cuatro del agregado, Troy Parrott tal y como tenía en las medias, hizo valer su trébol de la suerte y marcó el de la victoria, tras una mala marca de la zaga local.
Hungría tuvo una jugada más, pero la defensa de Irlanda no permitió que estos se acercaran a su guardameta. Finalmente, luego de 98 minutos, el central hizo sonar su silbato, provocando un silencio total del estadio, el cual se quedó a 47 segundos de soñar con una Copa del Mundo, tras casi 40 años de ausencia.
