Antes de convertirse en el soundtrack oficial de la Navidad, los villancicos eran otra cosa: canciones chismosas de pueblo que contaban desde tragedias amorosas hasta la última novedad del rancho. Sí, como un TikTok medieval pero con mandolina.
Aunque hoy se asocian con luces, nacimientos y posadas, el origen de los villancicos se remonta a la Edad Media, cuando circulaban como composiciones populares en España y Portugal, sin ninguna intención religiosa.

¿Por qué se llaman villancicos?
Porque vienen de “villa” y del latín villanus, que era como decir “campesino” o “gente del pueblo”. Eran melodías cantadas en las aldeas sobre la vida diaria, el ganado, las penas del amor y otros asuntos igual de poco celestiales. En resumen: la vida según la clase trabajadora, no según la nobleza.
Estos cantos, al igual que las jarchas mozárabes y las cantigas, eran sencillos, pegajosos y con letras que podían improvisarse. Un día hablaban de que el pan subió, y al otro de que “el Juancho se fue con la vecina”.

¿Y cómo llegaron a la misa?
La Iglesia Católica —maestra en adaptar— vio en los villancicos una gran oportunidad de evangelizar sin aburrir a la audiencia, así que les metió contenido religioso, los coló en celebraciones y de pronto ya estaban sonando en los templos.
Según Historia National Geographic, el proceso implicó tomar esas letras profanas, ponerles mensaje divino y mantener las melodías populares. Así, entre los siglos XVI y XVIII, los villancicos pasaron de la plaza del pueblo a la catedral más cercana.

Juan del Encina, Mateo Flecha y Gaspar Fernandes fueron algunos de los autores que los formalizaron, metiéndolos incluso en cancioneros como el de Palacio o el de Upsala.
En México también hicimos los nuestros
Tras la llegada de los evangelizadores, los villancicos se volvieron herramienta de conquista espiritual. Uno de los primeros que se interpretaron en tierras mexicanas fue Hoy nació el Redentor del mundo, traído desde España en el siglo XV.
Pero como buen país fiestero, México no solo adoptó el género: lo tropicalizó. Figuras como Sor Juana Inés de la Cruz escribieron villancicos que reflejaban el habla popular y las costumbres locales, poniéndole sabor y picardía a la liturgia.

De ahí en adelante, estas canciones navideñas se expandieron como la piñata en posada. Austria nos regaló “Noche de Paz”, España sus “Campanas de Belén” y Latinoamérica se encargó de darle ritmo a todo.
¿Sabías esto de los villancicos?
- El término se consolidó como género lírico en el Renacimiento.
- Algunos de los primeros registros cristianos datan del siglo IV, como Iesus Refulsit Omnium.
- En el siglo XVIII, Tu Scendi Dalle Stelle inició la etapa moderna del género.
- En México, Sor Juana compuso villancicos completos para Navidad, con coros y todo.
Hoy en día, ya nadie se imagina una Navidad sin ellos, pero pocos saben que su origen no fue religioso, sino pueblerino y hasta irreverente.





