En la vida cotidiana los usamos casi sin pensar, pero los apellidos guardan un legado profundo sobre nuestras raíces. En México, gran parte de estos nombres de familia tienen algo en común: la famosa terminación “ez”. Más que una coincidencia, esta característica revela la fuerte influencia europea que ha marcado la identidad del país desde hace más de cinco siglos.

Según el estudio “Análisis geodemográfico de apellidos en México”, elaborado por el investigador Pablo Mateos, la mayoría de los apellidos en territorio nacional surgieron durante los primeros años del virreinato de la Nueva España. En ese contexto, el sistema de clases impuesto por la Corona española dejó huellas indelebles en la forma en que las personas fueron registradas y reconocidas.
La repetición de las terminaciones “ez”, “iz” o “oz” en apellidos se debe a los apellidos patronímicos, que indican descendencia del nombre del padre, como en “Hernández”, que significa “hijo de Hernán”. Esta tradición, introducida por los colonizadores, se fusionó con la diversidad cultural local, influyendo en las generaciones posteriores, según el INEGI.

Los apellidos más comunes en México y su historia
Hernández: Este apellido, originario de la Corona de Castilla, proviene del nombre Hernán y se usó para identificar a sus descendientes.
García: Con raíces vascas o ibéricas, García comenzó como nombre de pila y se documenta como apellido desde la Edad Media, especialmente en Navarra y Castilla.
Martínez: Patronímico derivado del nombre latino Martín, ha sido utilizado por familias de diversas regiones españolas, como Asturias y Navarra, y se difundió a través de los conquistadores en América.
Los apellidos en México representan más que simples letras; son testimonios de migraciones, conquistas y herencias culturales que influyen en la identidad colectiva y en la historia personal de cada individuo.

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