En medio del debate por la reducción de la jornada laboral en México a 40 horas semanales, datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) arrojan un dato revelador: algunos de los países con menos horas trabajadas al año son también los más productivos del mundo.
Según el más reciente reporte de la OCDE, Alemania encabeza la lista con solo mil 343 horas trabajadas al año por persona empleada, seguida de Dinamarca (mil 380) y Países Bajos (mil 413). Estos países no solo registran menos horas laborales, sino que también destacan por sus altos niveles de productividad.
Horas de trabajo al año
Alemania: 1343
Dinamarca: 1380
Países Bajos: 1413
Noruega: 1418
Suecia: 1437
Islandia: 1448
Luxemburgo: 1462
Finlandia: 1499
Francia: 1500
Reino Unido: 1524

Productividad vs. cantidad de trabajo
El mito de que trabajar más horas implica mayor eficiencia ha sido desmentido por los organismos internacionales. La productividad laboral, entendida como la relación entre el valor generado por hora trabajada y los recursos utilizados, tiene más que ver con el bienestar del trabajador, la eficiencia del entorno laboral y el acceso a servicios públicos de calidad, que con la extensión de la jornada.
En la OCDE, el promedio de productividad laboral es de 67.5 dólares por hora, y países como Irlanda, Noruega, Luxemburgo y Suiza —todos con jornadas laborales más cortas— están entre los más productivos del planeta.
Países más productivos con menos horas de trabajo:
Irlanda
Noruega
Luxemburgo
Suiza
Bélgica
Suecia
Austria
Países Bajos
Estados Unidos

México: largas jornadas, baja eficiencia
Mientras tanto, México promedia 45.2 horas semanales, según la OIT, posicionándose entre los países con mayores jornadas laborales. Sin embargo, su productividad por hora se mantiene por debajo del promedio OCDE, lo que refleja una brecha estructural que no se resuelve únicamente con extender las horas de trabajo.
Además de la cantidad de horas, factores como el acceso a servicios de salud, educación, transporte y vivienda digna, inciden directamente en el rendimiento de la fuerza laboral.
Países como Suecia, Finlandia y Dinamarca han logrado equilibrar la vida laboral y personal a través de sistemas integrales que combinan transparencia gubernamental, colaboración público-privada y un enfoque centrado en el trabajador. Esta fórmula ha permitido jornadas más reducidas sin sacrificar crecimiento económico, productividad ni competitividad.
Los datos de la OCDE y la OIT refuerzan una premisa fundamental: menos horas no significan menor rendimiento, sino que pueden ser el primer paso hacia una economía más justa y eficiente.





