El pasado 2 de junio, la Ciudad de México y el Estado de México vivieron una de las tormentas más intensas de los últimos años. En cuestión de horas, cayeron más de 10 millones de metros cúbicos de agua, cantidad que equivale a llenar completamente una presa del tamaño de Madín, uno de los principales embalses de la zona metropolitana.
Dicho lugar es una presa artificial ubicado en Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México, que sirve como fuente de agua potable para la Zona Metropolitana del Valle de México. Tiene una extensión de 99.45 km2, con 0.81 km2 de espejo de agua. Su principal función es el control de avenidas y abastecer un caudal de 0.600 m3/s para consumo humano.
La presa tiene una capacidad para retener 11.9 millones de metros cúbicos de agua y provee de agua a 32 comunidades en Tlalnepantla, Atizapán de Zaragoza y Naucalpan. Además de abastecer de agua potable, también se utiliza para actividades recreativas y turísticas.

¿Cómo se mide tanta agua?
Para tener una dimensión real del impacto, los expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicaron que este volumen de agua caído en pocas horas es similar al que almacena una presa promedio en el Valle de México. Este nivel de precipitación en tan poco tiempo representa un desafío mayúsculo para cualquier infraestructura urbana, incluso en una ciudad acostumbrada a lluvias torrenciales.
El Observatorio Hidrológico del Instituto de Ingeniería de la UNAM, equipado con sensores ópticos láser, monitorea en tiempo real la intensidad de las lluvias en distintos puntos clave como Ciudad Universitaria, Coapa y Bosque Real. Los datos recolectados son enviados directamente a las autoridades de SACMEX para activar los sistemas de alerta temprana.
Además, distintas facultades e institutos de la UNAM implementan protocolos de emergencia que incluyen monitoreo climático constante, limpieza preventiva de drenajes, simulacros de evacuación y coordinación directa con Protección Civil, Bomberos y servicios médicos.

El cambio climático aumenta el riesgo
De acuerdo con estudios del Centro de Ciencias de la Atmósfera, la expansión urbana y el fenómeno de isla de calor están intensificando la frecuencia e intensidad de este tipo de eventos. Se estima que para 2050 las grandes ciudades del país se calentarán dos grados más que el promedio global, lo que significa que tormentas como la del lunes serán cada vez más comunes.
Ante este escenario, los científicos de la UNAM también impulsan soluciones basadas en infraestructura verde, como la creación de jardines de infiltración, conservación de bosques urbanos y nuevas políticas de desarrollo controlado para proteger zonas de alto riesgo de inundación.





