El secuestro virtual se ha convertido en una de las modalidades delictivas más utilizadas para extorsionar emocional y económicamente a miles de personas en México. A diferencia de un secuestro convencional, en esta variante no existe una privación física de la libertad; el crimen ocurre exclusivamente mediante una llamada telefónica.
Este tipo de fraude suele comenzar con una llamada desde un número desconocido. Al contestar, una voz alarmante afirma tener retenido a un familiar cercano y exige el pago de un rescate. En muchos casos, se acompañan de gritos, amenazas o ruidos que aparentan ser reales. Todo está diseñado para causar pánico inmediato.

¿Cómo operan los delincuentes?
De acuerdo con autoridades y expertos en ciberseguridad, los delincuentes utilizan información obtenida de redes sociales o bases de datos filtradas para hacer más creíble el engaño. Utilizan argumentos como:
“Tenemos a tu hijo, coopera o no lo vuelves a ver”.
“No cuelgues, si lo haces, le haremos daño”.
“Sabemos dónde vives, no llames a nadie”.
Durante la llamada, manipulan emocionalmente a la víctima para impedirle verificar la situación. En ocasiones, incluso convencen al supuesto “secuestrado” para que apague su teléfono y se oculte, creyendo que está en peligro.

¿Qué hacer ante un secuestro virtual?
Las autoridades recomiendan mantener la calma y seguir estos pasos clave:
- Colgar de inmediato si se detectan amenazas o exigencias económicas.
- Llamar a los familiares directamente para confirmar que se encuentran bien.
- No proporcionar información personal ni financiera.
- Reportar la llamada al 089 (línea de denuncia anónima) o al 911.
También es fundamental hablar en familia sobre este delito y establecer una palabra clave de seguridad para detectar una verdadera situación de emergencia.
Los secuestros virtuales suelen dirigirse a personas mayores, adolescentes o quienes permanecen solos en casa por lapsos prolongados. Los criminales aprovechan la angustia y la desinformación para concretar el fraude rápidamente.
Además, suelen realizar las llamadas durante la madrugada o fines de semana, cuando es más difícil localizar a los familiares para confirmar su seguridad.





