Culiacán volvió a latir fuerte este fin de semana. Del viernes al domingo, el estadio de los Tomateros dejó de ser únicamente un recinto deportivo para transformarse en el punto de encuentro de una afición que necesitaba reencontrarse con su identidad y su alegría. Bajo el nombre de Aventura Guinda, MAJA Sportswear encabezó una serie histórica que combinó emoción, nostalgia y celebración colectiva.
Agradecidos con la historia
Lejos de ceremonias solemnes o actos protocolarios, el evento se distinguió por un mensaje claro: el agradecimiento. La marca reunió a figuras emblemáticas que marcaron una época dorada del club, como Darrell Sherman, Memo Velázquez, Bobby Magallanes y Rodrigo López, leyendas que fueron recibidas con aplausos, ovaciones sentidas y muestras de cariño que conectaron a distintas generaciones de aficionados.

Cada aparición en el diamante despertó recuerdos imborrables. Los gritos desde las gradas no fueron ensayados, nacieron de la memoria y del orgullo de una afición que reconoce a quienes construyeron su historia.
Vuelve una leyenda
Uno de los momentos más emotivos de la serie llegó con el regreso del Chango, el icónico animador del equipo, quien volvió al estadio tras más de cinco años de ausencia. Su aparición provocó una explosión, risas, gritos, piel erizada y una ovación que dejó claro cuánto hacía falta volver a sentir ese ambiente festivo en las noches guindas.

La combinación fue perfecta: leyendas del beisbol, un personaje entrañable y una afición lista para liberar emociones contenidas. En una ciudad que ha atravesado tiempos complejos, Aventura Guinda se convirtió en una auténtica bocanada de aire fresco.
Culiacán es pura alegría
Durante el evento, José Ignacio de Nicolás, fundador de MAJA Sportswear, destacó que el estadio recordó una verdad esencial que hizo vibrar a la casa de los Tomateros.
“Cuando celebramos lo que nos une, Culiacán es pura alegría”.
Con esta iniciativa, MAJA Sportswear reafirmó su sello distintivo: crear experiencias con alma, conectar con la emoción colectiva y convertir el deporte en una aventura compartida. Porque, como se expresó desde el campo esa noche, no se trataba de mirar al pasado, sino de recordar todo lo que una ciudad es capaz de sentir cuando se une.





